Cuando perdonas a alguien que te ha herido de alguna forma, te estás dando un regalo a ti mismo y estás rompiendo las cadenas que te atan a esa persona. Cuando perdonas, encuentras libertad y recuperas tu paz interior. Cuando perdonas, la luz de la dicha vuelve a brillar en tu corazón. Por el contrario, cuando llevas dentro de ti rencor hacia otra persona, activas una ola de negatividad que afecta tu vida a nivel emocional, mental, físico y espiritual.

El perdón te ayuda a reconciliarte contigo mismo/a y con tu ambiente, a interrumpir círculos que pueden estar afectando tu vida, y a romper los lazos kármicos que pueden afectar tu espíritu.

El perdonar a alguien no significa reconciliarte con la otra persona, ni aceptar o aprobar sus acciones. El perdón es un proceso de sanación interna, y no tiene que involucrar a aquellos que te hicieron daño. Los beneficios son para ti (y para los que te rodean). A través del perdón, puedes liberarte del peso que llevas en tu alma que impide tu crecimiento y disfrutar plenamente de la vida que mereces.